Reconciliación


Hola a todos. Con Lola seguimos separados por un tiempo más. En esos días mi cabeza explotaba de imaginar a mi esposa cogiendo con clientes, el personal trainer, y tantos etc más que no entraría en mi relato. Y en todas terminaba como siempre, corriendo al baño para hacerme una paja. Un día me llamó Lola para que hablemos, sin darme más detalles, aunque calculaba que era para arreglar lo del divorcio. Para sorpresa mía quería que volviera con ella, que lo de Martín era una aventura y no pasaría más. Por supuesto que en esas condiciones no estaba dispuesto a volver; sería con mis términos, con mis reglas. Se que rol podía tener en la pareja, lo asumía, y hasta en excitaba. No sería fácil para ella, si bien tuvo varias aventuras (según me confesó) le parecía raro hacerse la idea de ver y estar allí como un voyeur.  Al principio la idea no pareció convencerla, seguía en su posición y por momentos la cosa no parecía tener retorno. Sin embargo de a poco fue aflojando a la idea, era cuestión de hablarlo más, de definir reglas. La charla se prolongó por un rato hasta la noche, fue ahí que le propuse salir a bailar o algún lado que le parezca; propuesta que aceptó con entusiasmo. Me fui a mi casa de raje, me bañé, me puse un rico perfume y me vestí con mi mejor ropa. Cuando la pasé a Lola a su casa estaba radiante con un vestido veraniego corto, con vuelo, zapatos con tacos altísimos; sexy pero sin perder la elegancia. Fuimos a bailar y con el calor nos dio ganas de un trago. Me acerqué a la barra y un muchacho de no más de veinticinco o treinta años se le arrimó y empezó con mi esposa. El tipo la acariciaba y por momentos le subía el vestido un poco, aunque ella lo volvía a acomodar. Me demoré a propósito mirando el espectáculo que daban, dejándolos que ellos sigan con sus juegos de seducción. En un momento ella me miró detenidamente, tomó la cara de ese muchacho y le dio un apasionado y prolongado beso. Mientras lo hacía me miraba de reojo con su mejor mirada de puta, ya no para ver como reaccionaba sino más bien como disfrutando como su marido asume y disfruta su rol de cornudo en este juego. Poco después ella lo apartó y se despidió de él con un pico. Bebimos el trago y me pidió que fuéramos a un telo. En la suite Lola me desabrochó el pantalón estando parado, me quitó el boxer y se asombró de mi firme y enorme erección. Cuando quise acariciarla apartó mis manos lentamente y con voz de puta excitada propuso algo.
- Vos querés ver como otros me cogen? Ahora quiero que te acostumbres a no acariciarme, a desearme hasta quedarte con las ganas. Quiero quete quedes parado, me veas y me escuches pero sin tocarte ni tampoco tocarme.
Confieso que con eso solo ya me estaba por ir en seco pero quise seguir el juego. La miraba desnuda, deseable, al alcance del hombre que se lo propusiera. Se recostó en la cama y mientras ella se tocaba toda empezó su monólogo.
- Te acordás de David, el profesor de salsa del club? El tenía una pija enorme, hermosa, más grande y firme que la tuya mi amor. Esa pija me hizo gritar cuando me la puso por detrás en un telo barato. Era su puta... su puta en celo... era su nena... era suya!!!! Sus manos firmes, su sudor con el mío, nuestros olores que se mezclaban... Me llenó la concha de leche!!!!! De leche calentita y espesa... esa que vos hace años no me das. Me hizo su mujer... SSSSSSNNNNNFFFF!!!!!! Y después me puso en cuatro y me hizo la cola con fuerza, desgarrándome aquello que siempre negué a cada hombre. Esa pija me lastimaba pero no quería que me la saque, la quería dentro. Vos te pensaste que me había lastimado jugando al tenis, nunca te imaginaste que te casaste con una puta que quiere hombres que la cojan con violencia.
Ella interrumpió el relato varias veces por no poder frenar sus orgasmos rememorando esa infidelidad y yo estaba a punto de explotar. Cuando vio que inexorablemente me iba acababa interrumpió su relato, se vistió y me pidió que la alcance a su casa. Entendió perfectamente de que se trataba el juego.



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